Guía Sibaris

La mencionada afectación que se menciona en el título, es muy dañina para los viñedos y eso, junto con el clima extremo que estamos sufriendo, afectan la elaboración del vino. Y consecuentemente, la economía merma gravemente, la producción disminuye y el precio de las botellas se incrementa. Por no hablar de la posibilidad que se extingan ejemplares de la vid en general.

Sin más, platiquemos del oídio.

El oídio es un hongo, así tal cual, pero que afecta muchos cultivos, no sólo a la vid, pero en este momento, es en la última en la que nos concentraremos y como destruye a la misma. Este hongo, llamado científicamente Uncinula necátor, ataca todos los órganos verdes de la planta. Afecta a las hojas, presentándose como un polvillo en ambos lados de ella y en algunas ocasiones, como un aceite.

En el tallo son manchas las que se manifiestan y van pasando de un color verde oscuro a un tono chocolate cuando la enfermedad madura. En los racimos también hay tonos plomizos y si se limpia, quedan puntos pardos sobre el hollejo.

Todo eso puede recrudecerse y ocasionan que disminuya el crecimiento de la piel, por lo que se agrieta y se rajen los granos. Eso puede ocasionar que entre en juego otro “bendito” hongo, el Botrytis cinérea Pers, que termina de destruir el racimo.

Las condiciones para que aparezca el mal vegetal se basan, principalmente, en la temperatura. Con sólo haber un “clima” de 15 grados es suficiente para que se adueñe del campo. Su desarrollo “idóneo” se da entre los 25 y 28 grados, siendo los 40, el peor de los escenarios.

Las soluciones, para bien o mal, son de hechura química, utilizando varias marcas y / o productos de fungicidas y con cualquiera de ellos, se aconseja mojar todos los elementos verdes hasta punto de goteo.

Resta esperar que haya un medicamento que tenga una composición, por decirlo así, más natural y favorable para el medio ambiente, que preserve, tanto la fruta, la planta y los terrenos donde se siembra.

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