Guía Sibaris

Orgullo es la primera palabra que nos viene a la mente al hablar de la cocina de los chefs Enrique Casarrubias y Montserrat Estrada, una feliz pareja que emigro a la tierra de los galos y con dedicación están posicionando sus propuestas culinarias. Lo han hecho también que, no tiene mucho que los han condecorado con su primera Estrella Michelin, algo que hay que aplaudir, ya que lograrlo en la capital francesa tiene un grandísimo mérito.

La cuestión es que al chef Enrique no persigue este tipo de reconocimientos, su lema y esfuerzo es que los clientes regresen una vez que han probado sus platillos y se sientan felices de consumir una idea diferente a lo que han probado en otros negocios. Para conseguir esto, le imprimen disciplina y resaltar todas las fortalezas de su concepto.

Pero no crean que, porque Oxte tiene unos pocos años, los dos chefs son unos improvisados o suertudos, NO, así en mayúsculas, ya que, un viaje que iba a ser un año de práctica, se volvieron tres lustros de darle mucha energía a su profesión. Eso es crear una buena base de trabajo.

Y como todo en la vida, y más cuando andas por lares que no son tus terruños, hay que sortear los clásicos estereotipos, tal como lo cuenta el chef, eran inevitables las peticiones de los platillos típicos de nuestro país como los tacos o, en otra ocasión, preguntaban por los sombreros de charros como decoración.

Aun con ello, la carta se trata e inspira en México, pero hecho como cocina de altura, a pesar de las reticencias de sus conocidos, que creían que no era lo ideal para abrir tu propio restaurante, ya que Enrique tenía años laborando en un prestigioso local francés como sous chef, y a eso hay que añadirle que éste contaba con 2 Estrellas Michelin. Todo eso no le impidió continuar con sus planes y hallar el sitio perfecto para desarrollar su idea.

Así es como nace Oxte, una fusión de Francia con México, apoyándose en pequeños productores que lo surten con ingredientes nacionales como el maíz, chiles jalapeños, huitlacoche, epazote o jitomates; así como la inclusión de moles, adobos o chiles en el marinado y cocción en las carnes.

Tampoco se puede dejar de lado la otra mitad del negocio, Montserrat, quien aporta sus raíces de costa para agregar los frutos del mar a la carta, dando más profundidad a la misma. Acapulco es su lugar de origen, por lo que es fascinante ver como el ceviche acapulqueño es uno de los favoritos de los parisinos.

Otra cosa que nos gusta en el discurso del chef, es que no sale con el cliché de: “mi amor por la cocina viene desde niño” o, “crecí en la cocina de mi abuelita”; no, fue la necesidad la que lo llevo a esos menesteres, ya que su madre enviudo cuando él tenía 3 años, por lo que se vio como la cabeza de familia y su primera obligación fue sacar adelante a toda su familia. Así, ella empezó a cocinar para vender sus creaciones en su trabajo, y el buen Enrique tuvo que ser su compañero y ayudante en esta difícil situación.

Todo ese proceso le ayudo a madurar y le sentó bien en su ánimo, dándole el impulso para poder compenetrarse en la gastronomía y volver esta actividad, en una de sus pasiones personales.

Oxte se halla en la 5 Rue Troyon, con código postal 75017, en la capital francesa, por si ustedes gustan ir, o si ya andan por allí. Los críticos que lo han visitado, han salido satisfechos con lo que han degustado y como añadido, siempre verán salir al chef, tomándose un tiempo de su labro, para andar entre las mesas y platicar con los comensales para saber como les ha parecido la experiencia en su hogar culinario.

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