Guía Sibaris

Uno de los mejores y más buscados platillos de nuestra Puebla, las cemitas, que en cierta manera y guardando las comparaciones, vino a ser una competencia de las tortas, otro de los alimentos que satisfacen cualquier hora de comida. La cemita es una creación, como pieza de pan, por los franceses, o eso es lo que se dice; tiene cierta lógica, más no una certificación exacta, pero se refuerza la teoría o hipótesis, por la gran tradición que se tiene en la panadería y bizcochería que trajeron los extranjeros llegados de Francia y España. En los primeros, influyo en gran medida, la invasión que se tuvo de ellos en el siglo XIX y uno de sus abastecimientos, era la fabricación de este pan de sal.

Ya que entramos en la descripción física de este producto, no hay mucho que agregar con respecto a lo que muchos conocemos, es una elaboración de harina, al salir del horno, es crujiente, con ajonjolí en la parte superior del bollo,  redondo y en un principio había una medida estándar, pero ahora ya se pueden hallar piezas pequeñas, las cuales cumplen con el mismo objetivo: ser uno de esos platillos emblema del estado. Pudiera decirse que las más consumidas son las de tamaño grande, rellenas de milanesa, jamón, pata de cerdo, carne enchilada o pollo y sus sedes son en varias regiones; pero si nos vamos a hablar estrictamente de la capital poblana, podemos mencionar zonas como el Carmen, que dicho sea de paso, es una zona gastronómica muy popular y de gran arraigo, cuenta con un mercado que aporta sus versiones de diferentes platos de origen poblano.

Pero no es el único lugar que tiene este platillo, la mayoría de los mercados que se encuentran dentro de la Angelópolis, también hay establecimientos dedicados al cien por ciento a la preparación de esta sugerencia gastronómica. Pero donde quieran ir, siempre es bueno observar como las preparan, no tanto por una cuestión de vigilar, es por una razón más simple: El abrir apetito y aprender un poco el orden de acomodamiento de los ingredientes. Con sólo observar como maniobran la milanesa o el material de relleno que conlleve cada cemita es digno de admirarse, ya que los movimientos son rápidos, eficientes e higiénicos, sorprende la delicadeza en la simpleza de las manos; y cuando menos te das cuenta ya está ahí la primera cama de alimentos.

En algunos lugares, el ingrediente principal se desborda, recuerdo que en mis épocas de universitario, el ir a comer una cemita al mercado del Carmen era toda una delicia y suponía un  esfuerzo goloso, el acabar con una de milanesa (o la que fuera), porque ésta se desbordaba, y tenían que darte dos platos para colocar el sobrante de la carne en uno, y en el otro el plato principal. Ahora la cemita se ha diversificado, ya hay unas minis, pareciera que les entro la onda de las cadenas de hamburguesas, que cuando te dan tú orden, abres la envoltura, de inmediato te decepcionas. Pero en el caso de las cemitas, es intencional, el elaborar panes pequeños, porque el precio, en lógica consecuencia baja y no como en el caso de las famosas cajitas felices.

 Todo se trata de ajustarse a los tiempos de crisis, y dar al consumidor una opción más acorde a su bolsillo, pero aun así, el relleno de las mismas es abundante y te dejan satisfecho. Si no me creen, vayan a los puestos que hay apostados en el Paseo Bravo y comprueben la oferta gastronómica que ahí hay, que pueden subestimar, pero es un pequeño Corredor Gastronómico, considerado popular, pero comprobamos que, para todos los gustos tenemos…

Descubre al pan crujiente, Degusta con sus rellenos y Comparte el ajonjolí.