Guía Sibaris

Este fluido con señales escocesas fue elegido como un amplio ganador en su categoría y eso ha desatado el debate en las redes sociales, medios especializados y críticos de todo el orbe de los destilados.

Desde su nacimiento The Sassenach Blended Scotch Whisky ha estado envuelto por noticias de la farándula como los dedicados al whisky en sí. De lo primero, no es raro que muchas celebridades estén sacando su propia marca etílica, la mayoría – creemos – enfocados en el tequila, otros en el vodka, gin, mezcal y en el caso que nos remite hoy, el whisky.

Este destilado está respaldado por el actor Sam Heughan, quien a lo mejor no reconozcas su nombre de inmediato, pero es uno de los estelares del elenco de la serie Outlander, es más, diríamos que es el protagónico. Tiene otras interpretaciones en películas y series, algunas con mayor o menor fortuna. Uno de los premios que más renombre le da es el que le otorgo la revista Esquire: Mejor Actor Internacional del ’22.

De lo segundo, su marca se volvió tendencia por haber ganado el galardón principal de su rama en los Singapore World Spirits Competition; un certamen joven, pero con muchas luces por estar respaldado y organizado por Tasting Alliance, los responsables del San Francisco World Spirits Competition.

Dicho certamen ha crecido en sus pocos años de vida, lo que lo ha vuelto objeto de deseo para todos los que quieran posicionar sus etiquetas alcohólicas. Miles de nombres pasan por las manos de los jueces que conforman el jurado y hacerse con alguna de las anheladas medallas.

Y es allí donde se desato la rebatinga, ya que el Sassenach fue elegido como el Mejor Escoces del Año, y ¡pum! La controversia desatada está. ¿Por qué? Por la simple razón que este producto, el del buen Sam, es una mezcla, es decir, es una combinación de whiskies de malta y grano procedentes de toda Escocia, ¿y eso qué? Pues la regla, según los expertos en la materia, esté tipo de ensambles son inferiores en calidad que los de malta en sí.

¡Santo pecado! Perdón por la exageración, pero en este ramo, los puristas creen que premiar un ejemplar como el referido no es buena señal, ya que abre las posibilidades a que cualquier bodega, con un mínimo de mezclas quiera competir por este preciado listón. Sea como fuere, el mérito ya fue dado y al parecer no hay vuelta atrás.

Pero ¿qué es lo que hace daño? Al parecer, el whisky de grano. Como ya se mencionó, las maltas las mezclan con éste, pero la variable del mismo es que no sólo es una especie en sí. Puede ser grano de maíz, trigo, centeno u otro cereal; y como su destilación se hace en alambiques grandes de columna, su sabor adelgaza, siendo más ligero. Y como es el componente con mayor presencia en la mezcla, los detractores dicen que es cualquier cosa – principalmente vodka – menos whisky.

Aun con esas docta opiniones, pensamos que las mezclas no son abominables, al final, todas las bebidas, de cualquier género, son producto de acoplar una serie de ingredientes que monten un resultado adecuado para paladar, nariz y ojos.

The Sassenach es, quizás, el mejor ejemplo para decir que sus creadores lograron una unión de bebidas que puede considerarse excelsa y que, obtienen su principal valía en las características organolépticas que lo conforman, las que se sienten y las que se intuyen en su receta.

Aromas de piel de naranja, de algo parecido al mazapán, jengibre y otros dulces conforman una paleta de olores que encajan a la perfección con notas al gusto que van desde frutas de huesos maduras, albaricoque secos y brezos. Dejando un retrogusto a caramelo de mantequilla derritiéndose en la boca con tonos de nuez moscada. Todo ello está envuelto en una alta graduación alcohólica de 46 grados, lo que lo hace respetable y estómagos fuertes.

Hay que decir que la casa Sassenach no sólo enfoca su esfuerzo en este multipremiado escocés, con miras como tal; no, también maneja versiones de añejado en barricas de tequila o gin. Imaginen lo sabroso de esas mixturas, pero imaginen más el atrevimiento para lograr estas ediciones, dignas de los mejores paladares. Y con esa directriz, los precios rondan arriba de los 2 mil o más pesos por una botella de 750 ml, en cualquiera de sus presentaciones.

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