Guía Sibaris

El comercio del vino se ha visto afectado por una serie de acontecimientos que no estaban contemplados en ninguna proyección financiera o económica por los expertos del área, tal como la pandemia del Covid – 19. Eso freno y estanco miles de botellas en los estantes de las tiendas especializadas, incluyendo los supermercados, lógicamente, eso llevo a muchas bodegas pequeñas que fueran a la quiebra.

Y eso no ha quedado limitado a una sola región, el problema ha escalado a nivel nacional y Francia, la potencia por excelencia en la vinicultura, está teniendo una emergencia de mercado. Sus productores, en sus segmentos medio y bajo, están al borde la extinción, por lo que el gobierno, en conjunto con la Unión Europea, están trazando nuevas estrategias para poder apoyarlos.

A este problema ya lo consideran una crisis de sobreproducción, a pesar de que sus vinos de alta gama siguen con ventas saludables, ya que, por sus precios y prestigio, se pagan cientos de euros por ellos en promedio. También hay que aclarar que es la categoría del vino tinto la que más daños está sufriendo.

Como reacción a la caída de los ingresos, los viticultores preferirían reducir la oferta y limpiar los viñedos. En Bordelais, en el suroeste del país, podrían desaparecer alrededor de 40.000 hectáreas, que son problemáticas para la región. Poco antes de Navidad, muchos productores marcharon para alertar sobre las necesidades de los viticultores: "O nos pasamos a la producción de otros tipos de vino en estas 40.000 hectáreas o las desaparecemos para siempre", ese fue su lema principal.

Las conversaciones con el Gobierno francés están en marcha. Para Christophe Chateau, director de comunicación para los viticultores del Consejo Interprofesional del Vino de Burdeos (CIVB), renunciar a 10.000 hectáreas, casi el diez por ciento del área total cultivada en la región, es más realista.

Hay que sumar otras alarmas, como la venta de vinos tintos en los mencionados supermercados, que representan la mitad del volumen total de esas ventas, ha estado cayendo por años. Como ejemplo, la reducción del 15 por ciento que sufrió el año pasado vuelve peligroso ese déficit para sus fabricantes. Y ahí no para, además de agregarle la inflación, en 10 años, puede haber un acumulado de 60 por ciento más. Ya no más una copa de vino en la comida, eso ya lo ven obsoletos los franceses. Así como lo leen.

Junto con la UE, el Gobierno francés ha acordado aportar hasta 160 millones de euros para una campaña de destilación. El dinero está destinado a compensar a los viticultores por la venta de un total de 2,5 millones de hectolitros de vino —principalmente vino tinto— a las destilerías. De esta forma, hasta dos tercios del excedente actual deberían desaparecer del mercado.

El alcohol destilado luego puede ser procesado en perfumes, desinfectantes o combustible de bioetanol. Francia ya ha adquirido experiencia con esta forma de intervención en el mercado. Sin embargo, el programa de destilación hace poco para cambiar los problemas estructurales del sector, que depende cada vez más de las exportaciones.

Siendo China una de sus máximas esperanzas para este rubro, ya que son fanáticos del vino francés. Se espera que se aceleren nuevamente este año, pero está por ver si volverán rápidamente al nivel anterior a la crisis - pandemia. Por ello, el Gobierno también quiere apoyar a los viticultores en el desarrollo de una nueva estrategia. A largo plazo, el sector vitivinícola de Francia debe abordar los ajustes necesarios ante el cambio climático y la evolución de la demanda, ha advertido el gobierno de la República.

Duro panorama para quien lidero por décadas esta industria, pero que debe de servir como ejemplo para los demás países. Las condiciones macroeconómicas, el cambio de hábitos, así como la drástica transformación del clima – entre otras – deben ser abordados de inmediato y sin dejar ningún campo descuidado.

“Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”

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