Guía Sibaris

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Catavinos de prestigio y uso en añoranza

Categoría: Gastronomia Sibaris Editorial Fecha: hace 8 años 16,006

Técnicas en la gastronomía no faltan, con propósitos diferentes, pero todos van a una sola vía, a un solo final, que no es otro que el darle facilidad e identidad a tan complicada y delicada labor; que teniendo esas mencionadas herramientas, la elaboración va adquiriendo un sentido más notorio y entendible. Una de esas enseñanzas vienen de hace dos siglos y medio, proveniente de la Borgoña francesa y más que ser una práctica, una habilidad física (que si la conlleva) es un objeto que dio prestigio y practicidad a quienes se encargaban de fabricar el caldo de las uvas.

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Nos referimos al Tastevin, un artefacto o instrumento que parece una cuchara de gran apertura, en su concepción original era hecha de plata, principalmente, pero también los había (y sigue habiendo) de vidrio y de cerámica; estos dos últimos fueron fabricados en tiempos más recientes y el nombre en sí es una acepción francesa, ya que españolizando ese apelativo, debe pronunciarse y escribirse como Catavinos. Tiene otros motes tales como taza para prueba de vino o collar de sommelier y su usanza, que ya ha ido decayendo entre los profesionales de la prueba del vino, se remonta a las antiguas y oscuras bodegas del licor de uvas.

Los maestros bodegueros, para paladear y comprobar la calidad del vino se valían de este material y una vela; la combinación de ambos elementos permitía al catador revisar, con el reflejo de la llama en la superficie plateada, el color y calidad del caldo. Y la invención de este bello objeto se remonta desde el siglo XVI y obtuvo gran popularidad entre los comerciantes de vino, siendo los franceses e ingleses que portaban al Tastevin, ya que entre esas dos naciones había un gran tráfico comercial, aun por encima de los grandes conflictos que sostenían; el gusto por el vino francés era (y lo sigue siendo en todo el mundo) amplio entre la nobleza anglosajona.

Tastevin

Ahora el Tastevin puede parecer una pieza de museo, que los hay en diferentes sitios de Europa y muchos de éstos, son increíbles manufacturas, poseedoras de una belleza ornamental; a su vez es un objeto que da distinción a los profesionales de las catas, quienes orgullosos, cuelgan de sus cuellos, diferentes modelos y con ello se mantiene una larga y excelsa tradición. Aunque su uso, ha decrecido, como ya se había mencionado, más que nada por dos simples razones, ya tenemos luz eléctrica, lo que sustituye a la vela y también se ocupan más las copas de degustación, que los catavinos, por la sencilla forma de usarse.

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